NATURALEZA Y HECHOS DE DIONISO
Dioniso y Ariadna, por el Tiziano
El dios del vino, el éxtasis y la
exuberancia. Restituido en su dignidad por la obra nietzcheana. Dios
errante, generador de danzas frenéticas y la fiesta divina. Aquí, en una
versión de Robert Graves, en sus Los mitos griegos, los principales hechos
de su mito.
Por
orden de Hera los Titanes se apoderaron del hijo recién nacido de Zeus,
Dioniso, niño cornudo coronado con serpientes y, a pesar de sus
transformaciones, lo desmenuzaron. Hirvieron los pedazos en una caldera,
mientras un granado brotaba de la tierra donde su sangre había caído; pero
salvado y reconstruido por su abuela Rea, volvió a la vida. Perséfone, a
quien Zeus confió su cuidado, lo llevó al rey Atamante de Orcomenos y su
esposa Ino, a quienes persuadió para que criasen al niño en las habitaciones
de las mujeres, disfrazada de niña. Pero no se podía engañar a Hera, quien
castigó al matrimonio real con la locura, de modo que Atamante mató a su
hijo Learco confundiéndolo con un ciervo.
b. Luego, por orden de Zeus, Hermes transformó temporalmente a Dioniso
en un chivo o un morueco y lo regaló a las ninfas Macrís, Nisa, Erato,
Bromia y Bacque, del monte Nisa en el Helicón. Ellas cuidaron a Dioniso en
una cueva, lo mimaron y lo alimentaron con miel, servicio por el cual Zeus
colocó luego sus imágenes entre las estrellas con el nombres de las Híades.
Fue en el Monte Nisa donde Dioniso inventó el vino por el que se le celebra
principalmente.
Cuando llegó a la edad viril, Hera lo reconoció corno hijo de Zeus, a
pesar del afeminamiento a que lo había reducido su educación, y lo
enloqueció también. Fue a recorrer el mundo entero acompañado por su
preceptor Sileno y un ejército salvaje de sátiros y ménades, cuyas armas
eran el báculo con hiedra enroscada y con una piña en la punta, llamada
thyrsus y espadas, serpientes y bramaderas que infundían terror. Navegó
rumbo a Egipto, llevando consigo el vino, y en Faros el rey Proteo lo
recibió hospitalariamente. Entre los libios del Delta del Nilo, frente a
Faros, vivían ciertas reinas amazonas a las que Dioniso invitó a marchar con
él contra los Titanes y restablecer al rey Amón en el reino del que había
sido expulsado. El triunfo de Dioniso sobre los Titanes y la restauración
del rey Amón fue la primera de sus muchas victorias militares.
c. Luego se
dirigió hacia el este para ir a India. Cuando llego al Eufrates se le opuso
el rey de Damasco al que desolló vivo, pero construyó un puente sobre el río
con hiedra y vid; después de lo cual un tigre, enviado por su padre Zeus, le
ayudó a cruzar el río Tigris. Llegó a la India después de encontrar mucha
resistencia en en el camino, y conquistó todo el país, al que enseñó el arte
de la vinicultura, dotándolo además de leyes y fundando grandes ciudades.
d. A su regreso se le opusieron las amazonas, a una horda de las cuales
persiguió hasta Efeso. Unas pocas se acogieron en el Templo sagrado de
Ártemis, donde sus descendientes viven todavía; otras huyeron a Samos y
Dioniso las siguió en embarcaciones y mató a tantas que el campo de batalla
se llama Panhaema. En las cercanías de Floco murieron algunos de los
elefantes que había llevado a la India, y todavía se muestran allí sus
huesos.
e. Luego Dioniso volvió a Europa pasando por Frigia, donde su abuela Rea
le purificó de los muchos asesinatos que había cometido durante su locura y
le inició en sus misterios. A continuación invadió Tracia, pero tan pronto
como su gente desembarcó en la embocadura del río Estrimón, el rey de los
edonios, Licurgo, se le opuso salvajemente con un aguijón y capturó a todo
el ejército, con excepción de Dioniso, quien se sumergió en el mar y se
refugió en la gruta de Tetis. Rea. molesta por este descalabro, ayudó a los
prisioneros a huir y enloqueció a Licurgo, quien mató a su propio hijo
Driante con un hacha creyendo que cortaba una vid. Antes de que recobrara la
razón comenzó a podar la nariz, las orejas y los dedos de las manos y los
pies del cadáver, y toda la tierra de Tracia quedó estéril, horrorizada por
su crimen. Cuando Dioniso, al volver del mar, anunció que esa esterilidad
continuaría a menos que Licurgo fuese condenado a muerte, los edonios lo
llevaron al monte Pangeo, donde unos caballos salvajes lo despedazaron.
Dioniso no encontró más oposición en Tracia y se dirigió a su muy a
amada Beocia, donde visitó Tebas e invitó a las mujeres a que tomaran parte
en sus orgías en el monte Citerón. Como a Penteo, rey de Tebas, le
desagradaba el aspecto disoluto de Dioniso, lo arrestó, juntamente con todas
sus Ménades, pero enloqueció y en vez de encadenar a Dioniso encadenó a un
toro. Las Ménades volvieron a escapar y se dirigieron furiosas a la montaña,
donde despedazaron a los terneros. Penteo trató
de contenerlas, pero inflamadas por el vino y el éxtasis religiosos le
arrancaron un miembros tras otro. Su madre Agave encabezó el tumulto y fue
ella quien le arrancó la cabeza.
g. En Orcómenos las tres hijas de Minia, llamadas Alcítor, Leucipe y
Arsipe, o Aristipe, o Arsínoe, se negaron a participar en las orgías, aunque
les invitó personalmente Dioniso, que se les apareció en la forma de una
muchacha. LUego cambió de forma y se transformó sicesivamente en león, un
toro, y una pantera, y las enloqueció. Leucipe ofreció a su propio hijo
Hipaso como sacrificio- había sido elegido echando suertes- y las tres
hermanas, después de despedazarlo y devorarlo, recorrieron frenéticamente
las montañas, hasta que por fin Hermes las transformó en aves, si bien
algunos dicen que Dioniso las transformó en murciélagos. En Orcómenos se
expía anualmente el asesinato de Hipaso en una fiesta llamada Agrionia
("provocación al salvajismo") en la que las mujeres devotas simulan que
buscaban a Dioniso y luego, conviniendo en que debe estas ausente con las
Musas, se sientan en círculo y proponen adivinanzas, hasta que el sacerdote
de Dioniso sale corriendo de su templocon una espada y mata a la primera que
alcanza.
h. Cuando toda Beocia hubo reconocido la divinidad de Dionisio, éste
recorrió las islas del Egeo difundiendo la alegría y el terror dondquiera
que iba. Al llegar a Icaria descubrió que su barco era innavegable y alquiló
otro a ciertos marineros tirrenos que simulaban dirigirse a Naxos. Resultó
que eran piratas y, sin darse cuenta de que llevaban a un dios, se
dirigieron al Asdia, con el propósitode venderlo allí como esclavo. Dioniso
hizo que brotara de la cubierta una vid que envolvió al mástil, mientras la
hiedra se enroscaba en los aparejos; también transformó los remos en
serpientes y él mismo se transformó en león, y llenó el barco con animales
fantásticos y sonidos de flautas, de modo que los piratas aterrorizados se
arrojaron por la borda y se convirtieron en delfines.
i. Fue en Naxos donde Dioniso encontró a la bella Ariadna, a quien
había abandonado Teseo, y se casó con ella inmediatamente. Ariadna tuvo con
él a Enopión, Latramis, Evantes y Taurópolo. Más tarde Dioniso puso su
diadema nupcial entre las estrellas.
j. De Naxos fue a Argos y castigó a Perseo, quien al
principio le resistió y mató a muchos de sus seguidores, enloqueciendo a las
mujeres argivas, que comenzaron a devorar crudos a sus hijos. Perseo se
apresuró a confesar su error y aplacó a Dioniso construyendo un templo en su
honor.
k. Finalmente, después de establecer su culto en todo el mundo, Dioniso
subió al Cielo y ahora se siente a la derecha de Zeus como uno de los Doce
Grandes. La modesta diosa Hestia, renunció a su asiento en la alta mesa en
su favor, feliz de tener una excusa para eludir las reyertas por celos de su
familia y sabiendo que siempre podía contar con una acogida tranquila en
cualquier ciudad griega le apeteciese visitar. Luego Dioniso descendió por
Lerna al Tártaro, donde sobornó a Perséfone con el regalo de un mirto para
que dejase en libertad a su madre difunta, Sémele, quien ascendió con él al
templo de Artemis en Trecen; pero, para que las otras ánimas no se sintiesen
celosas y agraviadas, le cambió el nombre y la presentó a los otros
olímpicos como Tione. Zeus puso un aposento a su disposición y Hera guardó
un silencio airado, pero resignado. (*)
(*) Fuente:
Robert Graves,
Los mitos griegos, Ed. Alianza, pp.125-29. |