DIOSES ROMANOS
 
 

Jano: dios de las puertas y también de los comienzos, que según los romanos aseguraba buenos finales. Su principal templo en el Foro romano tenía puertas que daban al este y al oeste, hacia el principio y el final del día, y entre ellas se situaba su estatua, con dos caras, cada una mirando en direcciones opuestas. En todos los hogares se le dirigía la plegaria matutina, y en toda tarea doméstica se buscaba su asistencia. Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (januarius), el mes que derivó de su nombre porque inicia el nuevo año. Se lo invocaba también al comenzar una guerra, y mientras ésta durara, las puertas de su templo permanecían siempre abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban. Jano no tiene equivalente en la mitología griega.

 

Vesta: diosa del hogar, venerada en un ámbito doméstico como una divinidad casera. El santuario público más importante dedicado a Vesta era su templo redondo en el Foro romano, cuyo fuego, según se decía, lo había llevado desde Troya Eneas, el legendario fundador de Roma. El santuario era símbolo de la seguridad de la ciudad y lo custodiaban permanentemente seis vírgenes vestales, sacerdotisas que conservaban encendido el fuego y que servían durante periodos de treinta años sometidas a severas reglas. A principios de junio de cada año se celebraban fiestas en honor de Vesta, llamadas Vestalia. En cuanto a su imagen, la diosa era asociada con las llamas de su fuego. Su equivalente griega era Hestia.

 

Lares: divinidades tutelares de las encrucijadas y de las regiones campesinas; también, y más habitualmente, dioses del hogar. Se veneraba a los lares compitales en el compitum, ‘encrucijadas’ donde se reunían cuatro parcelas de una propiedad.

Según algunos modernos investigadores, los lares familiares, o ‘dioses del hogar’, que se distinguían claramente de los lares compitales, habrían sido espíritus divinizados de los antepasados muertos, a quienes se veneraba como espíritus divinos en contraste con los malignos verdugos, las larvae; de acuerdo con la teoría ampliamente aceptada, los lares del hogar eran también originalmente espíritus de los campos cultivados y sólo más tarde se les atribuyeron funciones domésticas. El lar familiaris, ‘espíritu guardián del hogar’, era el centro del culto familiar, y los escritores romanos solían emplear la palabra lar con el significado de ‘hogar’. Durante el periodo de la República Romana cada hogar tenía sólo un lar familiaris, pero bajo el Imperio Romano se veneraban regularmente dos lares, que llegaron a identificarse con los penates.
 La religión oficial del Estado incluía el culto de los ‘lares públicos’ o lares praestites, guardianes de la ciudad, que tenían un templo y un altar en la vía Sacra, cerca del monte Palatino.
 
Saturno: antiguo dios de la agricultura. En leyendas posteriores se lo identifica con el dios griego Cronos, quien, después de haber sido destronado por su hijo Zeus (en la mitología romana, Júpiter), huyó a Italia, donde gobernó durante la edad de oro, un tiempo de paz y felicidad completas. Durante las fiestas llamadas saturnales, cada 17 de diciembre se rememoraba la edad de oro durante siete días. Todas las actividades se suspendían y se postergaban ejecuciones y operaciones militares. Era un periodo de buena voluntad, dedicado a los banquetes y al intercambio de visitas y regalos. Un rasgo peculiar de este festival era la libertad que se daba a los esclavos, quienes durante este tiempo ocupaban el sitio preferencial en la mesa familiar y eran servidos por sus amos.
Saturno era el marido de Ops, diosa de la abundancia. Además de Júpiter, que era soberano de los dioses, entre los hijos de Saturno figuraban Juno, diosa del matrimonio; Neptuno, dios del mar; Plutón, dios de los muertos y Ceres, diosa de los cereales. En el arte, se suele representar a Saturno con barba, sosteniendo una hoz y una espiga de trigo
 
Ceres: diosa de la agricultura. Ella y su hija Proserpina eran equivalentes a las diosas griegas Deméter y Perséfone. La creencia griega de que su júbilo al reunirse con su hija cada primavera hacía que la tierra produjera frutos y granos en abundancia fue introducida en Roma en el siglo V a.C., y su culto se volvió sumamente  popular, sobre todo entre los plebeyos. La palabra cereal deriva de su nombre. Su festividad más importante, las Cerealia, se celebraba del 12 al 19 de abril
 
Júpiter: soberano de los dioses, hijo del dios Saturno, a quien derrocó. Originalmente dios del cielo y rey del firmamento, Júpiter era venerado como dios de la lluvia, el rayo y el relámpago. Como protector de Roma se lo llama Júpiter Optimus Maximus (el mejor y más alto) y se lo veneraba en un templo sobre el monte Capitolino. Como Júpiter Fidius era guardián de la ley, defensor de la verdad y protector de la justicia y la virtud. Los romanos identificaban a Júpiter con Zeus, el dios supremo de los griegos, y asignaban al dios romano los atributos y mitos de la divinidad griega; el Júpiter de la literatura latina, por tanto, tiene muchas características griegas, pero el Júpiter del culto religioso romano se mantuvo esencialmente libre de la influencia griega. Con las diosas Juno y Minerva, Júpiter formaba la tríada que constituía el culto central del Estado romano.
 
Marte: dios de la guerra, hijo de Júpiter, rey de los dioses, y de su mujer, Juno. Una de las deidades romanas más importantes, se consideraba a Marte el padre del pueblo romano, porque era padre de Rómulo, el legendario fundador de Roma. Originalmente un dios del año, especialmente de la primavera, los romanos identificaban a Marte con el dios griego de la guerra, Ares. Los nombres del día martes y del mes de marzo derivan del nombre de este dios. Artísticamente suele ser representado joven y vigoroso, con coraza, casco, escudo y yelmo, aunque en ocasiones aparezca de forma poco convencional, caso del Marte de Velázquez que se halla en el Museo del Prado de Madrid.
 
Quirino: dios de la guerra venerado por las sabinas. En la mitología romana posterior, se identificaba a Quirino con el divinizado Rómulo, legendario fundador de Roma.
 
Diana: diosa de la luna y de la caza. Equivalente latina de la virginal diosa griega Ártemis, Diana era la guardiana de las corrientes y los manantiales y protectora de los animales salvajes. Además, era especialmente venerada por las mujeres, y se creía que aseguraba un parto apacible a sus favoritas. En la iconografía artística se la representa habitualmente como una joven cazadora, a menudo armada de arco y flechas. El santuario más famoso consagrado a Diana estaba sobre el lago Nemi, cerca de Aricia.
 
Sibila: en la mitología romana (y también en la griega) , cualquier mujer inspirada con poderes proféticos por el dios Apolo. Las sibilas vivían en grutas o cerca de corrientes de agua y formulaban sus profecías en estado de trance, habitualmente en hexámetros griegos, que se transmitían por escrito. Los primeros escritores griegos mencionan sólo a una sibila, probablemente la eritrea Herófila, quien predijo la guerra de Troya. En leyendas posteriores, el número de sibilas crece hasta diez, incluyendo la de Samos, la troyana, la del Helesponto, la frigia, la cimeria, la délfica, la de Cumas, la libia, la tiburtina y la babilónica o persa. La más importante de todas en la mitología romana era la Sibila de Cumas, Deífoba. Apolo le había prometido concederle todos sus deseos, y ella le pidió vivir tantos años cuantos granos de arena había en su mano. Por lo tanto, no le pidió la eterna juventud y se consumió tanto que debieron encerrarla en una jaula que colgaron en el templo de Apolo en Cumas aunque su deseo irresistible de morir no podía cumplirse. En una leyenda posterior, guía al príncipe troyano Eneas a través de los Infiernos para visitar a su padre Anquises. Según otra leyenda, apareció bajo la forma de una mujer anciana ante Lucio Tarquino el Soberbio, el séptimo y último rey de Roma, y le ofreció nueve libros proféticos a un alto precio. Cuando él se negó, ella destruyó tres libros y le ofreció los seis restantes al precio original; de nuevo Tarquino se negó, y ella destruyó otros tres. El rey acabó comprando los tres que quedaban al precio pedido por los nueve. Estos tres libros se guardaron en el templo del dios Júpiter en Roma y se los consultaba en situaciones de especial gravedad. Aunque el fuego destruyó los Libros Sibilinos originales en el año 83 a.C., posteriormente se formó una nueva colección pero que en el 405 d.C. también se destruyó.
 
Cástor y Pólux: en la mitología griega y romana, los hijos mellizos de Leda, mujer del rey espartano Tindáreo. Eran hermanos de Clitemnestra, reina de Micenas, y de Helena de Troya. Aunque ambos eran conocidos como los Dioscuros, o Hijos de Zeus, en la mayor parte de las narraciones sólo a Pólux se le considera inmortal, porque fue concebido cuando Zeus sedujo a Leda bajo forma de cisne. Sin embargo, se considera que Cástor, su hermano gemelo, era hijo mortal de Tindáreo. Ambos fueron venerados como deidades en el mundo romano, aunque también se los conceptuaba como protectores de marinos y guerreros. Vivieron justo antes de la guerra de Troya, y tomaron parte en muchos de los grandes hechos, incluido la caza caledonia del jabalí, la expedición de los Argonautas, y el rescate de su hermana Helena, llevada a cabo por el héroe griego Teseo. Los hermanos fueron inseparables en todas sus aventuras, y cuando Idas, un ganadero, mató a Cástor por una disputa sobre sus bueyes, Pólux quedó desconsolado. En respuesta a sus plegarias en las que pedía la muerte para sí mismo o la inmortalidad para su hermano, Zeus reunió a ambos, permitiéndoles estar siempre juntos, la mitad del tiempo en el submundo y la otra mitad con los dioses en el monte Olimpo. Según una leyenda posterior, Cástor y Pólux fueron transformados por Zeus en la constelación de Géminis o los Gemelos.
 
Minerva: diosa de la sabiduría, hija de Júpiter, rey de los dioses, equivalente de la diosa griega Atenea. Minerva nació de la cabeza de Júpiter, ya crecida y vestida con una armadura. Cruel y belicosa, era la patrona de los guerreros, la defensora del hogar y del Estado y la encarnación de la sabiduría, la pureza y la razón. Era también patrona de las artes,  de la artesanía y de los comerciantes. Con Júpiter y Juno, era una de las tres deidades principales del Estado romano.
 
Venus: originalmente diosa de los jardines y de los campos, pero después identificada con Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza. En la época imperial, era venerada bajo diferentes aspectos: como Venus Genetrix, se identifica con la madre del héroe Eneas, el fundador del pueblo romano; como Venus Felix, es la portadora de buena fortuna; como Venus Victrix, la portadora de victoria; y como Venus Verticordia, la protectora de la castidad femenina. Venus era la mujer de Vulcano, dios de la forja de los metales, pero a menudo le era infiel. Entre sus muchos amantes estaba Marte, el dios de la guerra; el bello pastor Adonis, y Anquises, padre de Eneas. Era también la madre de Cupido, dios del amor.
 

AtrásInicioAdelante